La vida de una joven escritora

Por Camila Sims

Su día comienza muy temprano en la mañana asistiendo a clases y termina pasada la medianoche, escribiendo novelas. Así toda la semana. Y es que Sascha Hannig no para. Esta conconina de 20 años se encuentra actualmente en el proceso de lanzamiento y difusión de su tercer libro: “Secretos perdidos en Allasneda”, además de estar inserta en varios otros proyectos que prácticamente colman sus días. ¿Cómo ser una escritora joven y compatibilizarlo con los estudios, familia, vida social y trabajo sin fallar en el intento? Al parecer Sascha conoce la respuesta.

A simple vista, es fácil confundirla con una joven de otra nacionalidad, por su cabello rubio y ojos claros. Y es que ella misma se autodefine como “la gringa de Chile y la Sudaca de Europa”. Su ascendencia alemana realmente se nota físicamente, pero en su forma de ser tiene “lo mejor de dos mundos”: su lado ario la hace ser ordenada, metódica y responsable, mientras que de su lado chileno aflora el humor y el no tomarse las cosas muy en serio.

Comenzó a escribir siendo aún muy pequeña, mientras vivía en Chiloé. Se trataba de historias cortas que involucraban aspectos de la mitología chilota, desde el Caleuche hasta el Trauco. Su gusto por la escritura existe desde que tiene uso de razón. Poco a poco, los temas de sus escritos han ido cambiando, siempre acorde a su edad y gustos.

Su primer libro, “Sombras de venganza”, es una recopilación de cuentos cortos, historias de crímenes que solía subir a internet capítulo por capítulo. La gente comenzó a enviarle mensajes  consultándole cómo seguía la trama y así fue como se dio cuenta que estos cuentos perfectamente podían ser publicados en papel. Lo que siguió a esto no fue sino producto del azar: conoció en su  colegio a una niña que sirvió de nexo entre ella y la editorial Altazor, pues trabajaba allí.  

Un día recibió una carta de la editorial anunciándole que su historia era publicable y que realizarían 100 copias de ésta. En sus propias palabras “fue el día más increíble de mi vida hasta ese momento”. Tenía apenas 14 años.

Su inclinación por la literatura fantástica comenzó con Harry Potter, influencia de su padre. Fue la primera película que vio en el cine y quedo simplemente fascinada. Desde ese momento comenzó a esperar con ansias tanto los estrenos de las siguientes películas como los lanzamientos de los demás libros de la saga. Tanto las aventuras del joven mago como su infancia en Chiloé sirvieron de influencia para su escritura, en la cual también involucra aspectos de su vida diaria, “me encanta sentir que parte de mi vida se va en mis libros”, manifiesta.

No sólo la literatura llena sus días,  también lo hacen las múltiples ayudantías que realiza en la Universidad Adolfo Ibáñez, donde estudia periodismo. Esta labor le ha servido tanto en el ámbito profesional como personal,  ayudándola a superar su pánico escénico al tener que hablar frente a decenas de personas. En un principio su temor al público era tal que, en una presentación de su primer libro, llegó a olvidar el nombre del mismo.

Por otra parte, es miembro del Departamento de Política de la actual Federación de Estudiantes de su Universidad (FEUAI), y se prepara para asumir como  Secretaria de Comunicaciones de la próxima FEUAI 2015, que acaba de ser electa. También se encuentra trabajando como administradora de un sitio web en el cual se realizan análisis históricos de Chile y que a la vez funciona como hemeroteca. Allí, Sascha es la encargada de subir material, editar la página, administrar las redes sociales, entre otras cosas. “Es harta pega (…) pero por suerte he podido equilibrarlo con el resto de las cosas que hago y estoy muy contenta porque he aprendido muchísimo.”

Precisamente en eso se basa su vida, en el aprendizaje. Al hablar con ella aparenta más edad de la que realmente tiene, quizá por los proyectos y cosas que se encuentra realizando, pero principalmente también por su forma de afrontar el día a día. Tras la muerte de su padre, víctima de un cáncer, hace cuatro años, quedó prácticamente sola pues siempre fue muy apegada a él. Así, debió cumplir su sueño de viajar a Europa con él, sola. Además, tuvo que aprender a salir adelante económicamente, también sola. Así fue como aprendió sobre el valor del trabajo, todo esto con 16 años.

“De mí papá aprendí a no tener prejuicios (…) a tratar bien a las personas sin importar quienes son, ni de dónde vienen”, comenta al preguntarle sobre las enseñanzas de su padre. También dice que algo positivo que sacó de esta situación negativa fue que cambió su forma de ser, “yo antes era super grave, para mí todo tenía que funcionar perfecto”, ahora dice ser una persona que se toma la vida con más calma, procurando disfrutar cada momento y evitando grandes proyecciones, porque para Sascha esa es la gracia de la vida: no saber qué va a ocurrir. “Sería demasiado fome saber el final de un libro antes de leerlo, en este caso, pasa lo mismo”, dice.

Para su siguiente libro, se reinventa completamente. Ya comenzó a escribir lo que será su cuarta obra, la cual deja de lado los crímenes y el steampunk y realiza una apuesta por la ciencia ficción. Nos adelanta que se tratará de viajes en el tiempo, pero con la particularidad que cuando las personas hacen estos viajes, se convierten en otros personajes y la historia cambia, pues es en el presente es como si nunca hubiesen nacido.

Pero no todo es trabajo para Sascha, quien disfruta de deportes como el yoga o trotar por la playa. También le gusta mucho ver series y películas, además de salir con sus amigos, a quienes –contrario a lo que podría pensarse- jamás deja de lado, a pesar del poco tiempo libre que dispone. Podemos definirla como una persona inquieta, que disfruta estar en movimiento siempre y que, según sus propias palabras, se aburre de sobremanera cuando tiene un día completamente libre, sin nada que hacer.

Puede parecer difícil seguirle el paso, pero la verdad es que Sascha Hannig es una persona muy relajada, que le otorga a cada cosa que hace el tiempo necesario para que salga bien. Allí saca a relucir su lado alemán que mencionamos anteriormente, perfeccionista y trabajadora. Pero sin duda una de las cosas que más llama la atención de esta joven es su humildad. Ante todo mantiene una actitud recatada, no le gusta figurar. “Cuando un profesor dice mi nombre en clases, yo me pongo roja al tiro”.

Al finalizar la entrevista, le preguntamos sobre algún aspecto de su vida en el que se sienta un poco débil actualmente. La escritora confiesa que tiene su lado un poco inseguro, no puede evitar que le afecte lo que la gente piense o diga de ella, sea bueno o malo. “Me falta mejorar ese aspecto, estoy trabajando en ello”. Concluye con una amable sonrisa en su rostro.