lunes, 22 de julio de 2013

La sordera del Mañana, Parte 6 (FINAL)

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Ya dejé de escuchar los pasos, seguramente es porque se esta oscureciendo, ahora tengo que permanecer oculto hasta mañana, creo que rocé unas ortigas en el pantano porque me arden las canillas y tengo un horrible sarpullido. Mamá, Papá, perdonen todo, es solo que… es muy difícil, tengo hambre, frío, no sé que hacer, perdonen las lágrimas, los quiero y…


Capitulo 5: “Los lobos se cazan en manada, la manada caza a los lobos”

Escuché como el chirrido de mi grabadora indicaba que no quedaba más espacio en la cinta magnética para grabar mi mensaje de despedida, me arrastré entre el barro y las ramas para hacerme una vista a todos los posibles enemigos, cuando se hacía de noche la mayoría de los cazadores se retiraban a sus casas después de un productivo día de acechamiento, sin embargo era ahí donde los llamados “expertos asesinos” (cuyas chaquetas brillaban por las medallas que habían conseguido en sus años de experiencia) preferían cazar a sus presas. 

Entonces el sonido de un motor alertó mis oídos, llegaba un nuevo camión de carga y sus pasajeros deberían enfrentar al igual que yo la extensa planicie dunar bloqueada por la pared de concreto a la que denominaban playa “la boca”. Las puertas de la carroza se abrieron y dejaron ver a los condenados pegados a las paredes imantadas a través de las esposas magnéticas que llevábamos en las muñecas, la fuerza invisible es más difícil de cortar que el acero.

Un hombre bajo con un uniforme azul descendió del vehículo, no tenía ningún arma, no las necesita, sólo posee un pequeño control plástico con el que revierte la polaridad de las esposas provocando que los presos salgan disparados del interior, ahora tocaba el discurso final, el que ya tenía memorizado y repetía a una alta velocidad coreado por la voz femenina.

“Ahora se encuentran en la zona uno de la zona de libre caza, no hay salida, las reglas son simples, sus esposas están programadas, cuando su tiempo de condena acabe la polaridad se invertirá y una máquina voladora los atraerá para sacarlos, si mueren la falta de pulsaciones cardíacas activará las esposas y la maquina los retirará de igual manera, si se acercan demasiado a los límites de la reserva sus grilletes se pegarán a los barrotes metálicos y serán un blanco fácil, no se les alimentará ni se les sanará durante su estadía al menos que haya sido previamente especificado por el juez, buena suerte a todos y adiós” 

El hombre se dirigió al camión y aceleró hacia la salida,  ahora me encontraba observando las víctimas, las primeras dos horas muere el 75% de los reos porque no encuentran donde esconderse, y en este caso los disparos y los cuerpos volando para ser retirados me dio una cruda escena que revivió la primera hora que había pasado, donde las personas con las que había charlado en el camión eran acribilladas y retiradas como bultos por medio de sus grilletes mientras yo corría hacia el pantano a esconderme y desde ahí ahora me concentraba en una manera para sobrevivir entre las lágrimas y el miedo, mis ojos visualizaron la única salida posible, justo detrás de la cuenca del río, había que atravesar unos matorrales pero había un túnel apantanado que antes liberaba el extinto río Aconcagua, detrás de él estaba la continuación de las líneas del tren al norte, si lograba llegar sin acercarme a las rejas metálicas podría escapar…


Los disparos certeros alcanzaban a los novatos del dunar mientras yo me arrastraba  bajo las zarzamoras hacia el pantano, un par de gritos me pusieron la piel de gallina, había mujeres, niños, todos muertos en manos de las personas con las que seguramente convivía todos los días “son criminales y merecen morir” era el argumento más usado, sin embargo en ese momento no me sentía como un criminal, ni como alguien que mereciera estar astillando sus brazos contra las impenetrables espinas de la maleza. Y mirando mi salida un ruido seco me detuvo, un arma cargándose justo detrás de mí, con la mirada perdida volteé mi cuerpo y pude verlo, me apuntaba con una escopeta lista para disparar. 

-Sabía que vendrías a esconderte aquí- dijo seriamente sin moverse un centímetro, tenía la chaqueta cubierta en estrellas plateadas, había matado a por lo menos veinte, ¿treinta?, no era el momento para ponerse a contar, comencé a llorar de miedo al ver sus ojos cargados en rabia y sangre, como un animal encabronado.
-Nico- dije con un nudo en la garganta -por favor- mientras, yo veía la salida del otro lado de las moras tratando de arrastrarme por el barro.
-No, Diego, no puedo hacer nada, tu te metiste en esto solo, mi mamá no deja de hablar de suicidio y mi papá no va a trabajar desde el juicio ¿porqué no podías escucharme?- y su expresión cambió súbitamente a tristeza -Nadie va a matar a mi hermano más que yo, no lo soportaría... es mi culpa- una lágrima salió de su mejilla mientras afirmaba con más firmeza su escopeta.
-No te voy a pedir perdón si a eso viniste, no se porque finges ser un tipo que sigue las reglas si en el fondo sigues odiando este lugar- dije cambiando mi actitud al no entender que le pasaba a mi hermano, nunca lo había visto llorar en mi vida, ni siquiera cuando había perdido a su novia de toda la vida.
-No sabes cuanto te equivocas- Escuché el grito de rabia de mi hermano,  después un disparo, otro disparo, luego todo se puso negro y me quedé inmóvil en el barro.
Un tercer disparo, ¿era posible que escuchara después de morir? No me veía a mi mismo siendo elevado hacia el imán, en cambio, vi como caían miles de vidrios del cielo y como se elevaba otro reo cercano al pantano.
-Toma- me dijo lanzándome un par de barras alimenticias -si le di bien a las ampolletas el corte de luz de esta zona durará más o menos una hora, voy a matar a todos los que se acerquen así que corre y cruza el humedal y las palmas horadadas.

Impactado me levanté a abrazarlo, mis esposas se pegaron a su escopeta y tuve que forzar su salida, saqué de mi bolsillo la grabadora y se la di sin dejar de llorar, sin embargo, él me empujó hacia el camino y me obligó a apresurar mi huida hacia la alcantarilla del extinto carril fluvial, era mi única oportunidad de sobrevivir.


Se ha activado la pista de audio 9, reproduciendo.

“…porque me arden las canillas y tengo un horrible sarpullido. Mamá, Papá, perdonen todo, es solo que… es muy difícil, tengo hambre, frío, no sé que hacer, perdonen las lágrimas, los quiero y… y perdónenme todos, no me arrepiento de haberle abierto la vista al mundo, el mundo merece saber que existe algo más que una voz obligándolos a ser perfectos y la música era la forma de hacerlo, los sonidos, las letras, solo son reflejos de que existe algo más dentro de nosotros que una máquina lista para actuar y de que la rebeldía hacia nuestra naturaleza hubiera sido no haberme arriesgado a buscar una realidad diferente, sin embargo ahora desearía que mi hermano estuviera aquí, Nico, si alguna vez escuchas esto quiero que sepas que aunque hayas cambiado mucho sé que aquel chico deportista, el primero de la clase, amado por los adultos, los profesores, todas las chicas del colegio persiguiéndolo como moscas siempre envidiando a su novia de la infancia, ayudando a los ancianos, repleto de amistades, que  fue una inspiración para mí por años incluso al punto en el que comencé a vestirme como él y hablar como él solo para ser más inteligente y que mis padres me pusieran un poco más de atención sigue escondido dentro de ti, quizás algún día lo vuelva a ver y eso espero, sin embargo sigo queriéndote y creo que tuve que haberte dicho mis planes desde el principio, dejo que esta grabación sea mi ofrenda de paz…. Dejo que esta grabación sea mi ofrenda de….”

La pista de audio ha acabado, no hay más espacio en la cinta…


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