domingo, 7 de julio de 2013

La Sordera del Mañana, Parte 4

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Ya no puedo contra el frío, ya no puedo contra el sueño. Para la época que escuches esto ya estaré muerto y en este momento no hay nada a lo que le tema más que a eso. ¡Mierda!. perdón, estoy antipáticamente nervioso. Debes escuchar la historia real, no como la que escribieron en tu libro de historia ni como la que le implantaron a tu padre para que te contara, ¿escuchas eso? Es uno de ellos. Cambio y fuera

Capítulo 3: Los peces que quisieron caminar
Las semanas bajo la tierra pasaron y así comencé a mejorar mi técnica, mis notas bajaron porque ahora había algo mejor que hacer que estudiar, tenía el mundo a mis pies porque mi mundo era la música y mis partituras se escondían bajo el falso colchón de mi cama.

 Tampier sabía ya tocar el bajo, aunque su aprendizaje había sido auspiciado por sus padres que consideraban que mientras se mantuviera a la raya era mejor que estuviera expresándose a que fuera uno de los cientos de adolescentes que solían suicidarse en la semana.

El mundo sufre de hambre, calentamiento global irreparable, pobreza sesgada, depresión y guerras en todo el polo atlántico norte por el agua y los recientes recursos encontrados. Sin embargo el problema clave, lo que se ha controlado solo con matanzas, es la sobrepoblación mundial. No hay enfermedades letales como hace doscientos años, no hay control suficiente para la inmigración, no hay identidades ni privacidad, ya no existen grandes casas como las de las fotos antiguas, no hay nada que me permita ser un individuo y no parte de una masa, nada excepto la música, pero no todos la tienen y es por eso que además de las zonas de libre cacería humana, los suicidios en todo grupo social son comunes, la muerte no vale nada.

-Hoy el obituario es más largo que la semana pasada- escuché al Nico comentarle a mi madre con un tono de preocupación esa mañana -El informe que hicimos en la universidad decía que la tasa de muertes en manos criminales se ha elevado y cómo se masificó la seguridad de la policía no se entiende el “porqué”.

-No tiene nada que ver con nosotros- le dijo mi madre con una sonrisa –No sé para qué te preocupas.

-Me preocupo porque el Diego está justo entre los 3 años con más índices de suicidios, mutilaciones y ejecuciones programadas, además de un porcentaje del 23% de estudiantes rebeldes que el gobierno está simplemente lanzando al frente de caza.

-No soy tonto- dije tomando una taza con leche –No me meto en líos, y no tengo depresión.

-Aun así estas saliendo mucho con ese amigo tuyo, el Sergio, ese niño rico tiene complejos de rebeldía y se junta con gente que pronto van a mandar a  cazar.

“Y ni  siquiera sabes que ya estoy tocando solfeos y más de ocho acordes en una sola canción” Pensé con una expresión de satisfacción “si solo supieran”. -Que no te agrade Tampier no significa que sea una mala junta ni que se vaya a matar- le dije con un tono grave para que comprendiera de una vez que no me interesaba su opinión.

Mi hermano se limitó a volver a su computadora, suspiró con decepción, se levantó y subió las escaleras con pasos pesados como para hacerle saber a su familia que no se sentía cómodo siendo ignorado.

-Tu hermano tiene razón en algo, tienes que tener cuidado Guito- dijo mi madre al ver mi cara de impotencia, creí que por fin había ganado una pelea, pero la actitud de mi hermano me había dejado con un sabor amargo en la garganta. Y esa incapacidad de poder dejar a mi hermano sin palabras aun cuando tuviera razón me siguió hasta el colegio y las clases. Únicamente pudo calmarme el timbre de salida.

-Quiero presentarles a alguien novatos- Exequiel se veía animado, el día anterior habíamos logrado coordinarnos lo suficiente para lograr que los acordes combinados no sonaran como un accidente de tráfico entre un camión y una vaca, habíamos regresado de la sub-ciudad con la sensación de éxito que solo se logra cuando se gana algo que se ha buscado por mucho tiempo y ahora no nos dirigíamos  a la antigua estación sino que en dirección opuesta, ahí entre las estaciones de servicio y los talleres mecánicos que ocupaban un barrio completo de la ciudad había una tienda que se habría desde un gigantesco garaje cubierto de pancartas con letras azules que resaltaban, pero no pude leer bien lo que decían.

Fuenzalida tocó el timbre de la casa contigua y sin esperar más de medio minuto un chico, más o menos entre los dieciocho o diecinueve años abrió la puerta. Su rostro estaba cubierto de grasa negra y su cabello castaño oscuro por un polvillo plateado, estaba vestido con un overol azul que de no ser por un par de zonas desempolvadas pudo fácilmente haber sido beige.

-Fuenzalida, ¿Qué onda? Pensé que no venías hasta el viernes

-¿Tienes listo mi encargo?- respondió el rebelde sacándose las gafas para entrar en el local, con automóviles antiguos en fotos colgadas en las cuatro paredes y un mostrados con una caja registradora en medio de cientos de diferentes llaves y herramientas de taller.

-Solo me falta un par de detalles, ¿por qué? ¿Quieres verlo?- dijo el chico preocupado

-Sí, y ellos también- dijo señalándonos, sin embargo el mecánico no nos hizo buena cara, seguramente la chaqueta de Tampier estaba demasiado limpia o mi cabello demasiado engominado.

-Pasen- dijo éste abriéndonos la puerta del garaje el cual estaba hasta el tope de repuestos de autos de todas las clases y años, dejando un par de vehículos superpuestos en clara “reparación” en medio de la sala, no tenía idea de que hacíamos ahí –No toquen nada- nos advirtió el mecánico caminando entre las pilas de chatarra acumulada hacia el fondo del taller, había un par de hombres de mayor edad sobre los motores funcionales, pero no nos tomaron atención desde sus fijos puestos de mecánica – No he tenido tiempo de probarlo– dijo el mecánico abriendo una última puerta hacia una habitación que tenía una gran cantidad de motocicletas.

En medio, una frazada mugrienta cubría un aparato de dudosa forma que no habría podido reconocer por mí mismo, y al despojarlo de su cubierta me vi aún más confundido, solo eran un montón de piezas pegadas por engranajes en forma de llantas.

-Me basé en el plano que me diste y en la foto, pero recuerda que no estaban completos, así que tuve que imaginar el resto

-Quedó perfecto- era la primera vez en mi vida que veía al chico nuevo con una sonrisa en la cara, estaba complacido, feliz.

-Eeeeh, ¿Qué es eso?- preguntó finalmente Tampier  quien se veía tan confundido como yo.
-Una batería- dijo Exequiel sin quitar su sonrisa –Ahora vamos a poder ser verdaderamente una banda.

-Puedes probarla- .le dijo el creador del aparato dándole un par de varillas metálicas –si quieres.

No entendía nada, sin quitar la sonrisa de su cara Fuenzalida corrió a la máquina y comenzó a golpearla con fuerza, no sabía si detenerlo o entenderlo, pero lo segundo parecía imposible, no era que los golpes repetitivos activaran algún sensor o que le dieran alguna facultad al trozo de chatarra, solo sonaban como metal crujiendo.

-Mier.., no sirvo para esto- dijo finalmente lanzando las varillas al suelo –Matías, ¿tu entendiste como hacerlo?

-Más o menos, no hay profesores que digamos- respondió el mecánico dándole otro par de golpes a la máquina

-Detente, no le veo el caso, las cosas no sirven a golpes, ¿no sabes que se rompe así?- pregunté algo asustado por el trato que se le estaba dando al invento, el Mecánico sonrió con fastidio y se detuvo.

-¿De verdad no sabes qué es una batería?- rió Matías y se dirigió a Exequiel -¿los sacaste de un internado?

-Los saqué de Concón- dijo Fuenzalida mirando la chatarra –Ahora me trasladaron a un colegio exterior.

-Eso lo explica todo- dijo sarcásticamente el mecánico y me miró con poca gana –Se supone que la golpees para dar ritmo

-Sí, y así podemos lanzar finalmente una banda, para eso los traje, para eso te pedí que arreglaras la batería- dijo Exequiel con una tarjeta en la mano –Mi hermano consiguió unos minutos de espacio en el concierto de las cloacas, seriamos los primeros en tocar música con instrumentos en más de cien años- Se le decía concierto porque se escuchaba música, pero en realidad era un grupo de gente que se reunía a escuchar viejos aparatos marchitos de audio que encontraban en la basura.

-Estás loco- dijo el mecánico acercándose a su invento – Nos matarán si nos descubren, y tus músicos, solo digamos que no están hechos para vivir en las cloacas, el más alto usa chaleco de Ralph Lauren  y el más bajo, simplemente no tiene la actitud.

-Eso lo agarrará con la práctica, ya está tocando bien- defendió el precursor de la idea –No tenemos que estar hechos para la música, tenemos que hacer nuestra la música ¿no me dijiste eso un par de años atrás?



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