Resumen introductivo: Un padre lucha por sanar a su hija de su autismo y ceguera crónicos por medio de una máquina que logra introducirse en el sueño que la niña siempre tiene.
La niña no había visto la luz del sol en años y su condición empeoraba cada día de tal modo que su desconexión con el mundo se convirtió en la pesadilla de los que la rodeaban en aquella gran casa de paredes blancas. Habían acudido a todos los doctores que pudieron costear y a todos los brujos que podían contactarse; pero nadie hallaba el problema, para ellos era una niña completamente sana que solo se reusaba a salir de su fantasía de la que raramente se entendía lo que ella gritaba al dormir. El padre cada vez iba perdiendo más las esperanzas al punto en que invirtió una pequeña fortuna en su última opción: un espiritista precedido con fama de charlatán que le había comprado una máquina para revelar los sueños a un gran desconocido inventor de la época.
La madre dejó que llevaran a la pequeña a un cuarto apartado donde el charlatán le inyectó un químico para dormir en el brazo y un dardo eléctrico en la sien. “Más le vale que no le dañe” dijo el padre sujetándola de las muñecas. “Entonces, el proceso de conexión dura cinco segundos” dijo el farsante y se colocó un par de antiparras polarizadas antieléctricas “Pero le recomiendo que cierre los ojos”. La habitación quedó completamente envuelta en una pálida luz blanquecina y de a poco la silueta de la niña apareció en la pantalla electromagnética. La primera visión fue una puerta de madera gruesa y desgastada, la niña avanzó en su sueño y la abrió para descubrir que había tres nuevas entradas esperándola. “Tenemos audio” dijo el farsante moviendo un par de manecillas que dejaron asomar una frecuencia baja “Si voy a la izquierda está muy oscuro, pero puedo oír, si voy a la derecha…” El padre era incapaz de creer lo que veía, esas catacumbas no solo eran reales sino que estaban bajo la casa aunque nunca había reunido el valor para entrar más allá de la luz ya que sabía que quien quiera que bajara las escaleras al sótano estaba condenado a la perdición.
“Mi opinión profesional es que mientras no encuentre la salida, su hija nunca volverá a ver, lo que pasa es que nunca ha despertado y sigue atrapada dentro de este mundo, me refiero a que cuando su cuerpo está despierto se comunica desde este lugar hacia el mundo real”. El padre se acercó a la máquina y sin razonarlo bien buscó un manojo de llaves viejo y se dirigió a el primer piso de la casa, luego a la cocina y luego a la fúnebre entrada de las catacumbas del sótano que su abuelo había construido antes de perderse. Se internó con determinación en la obscuridad sin nada más que una linterna. “¿Cariño? Hija, puedes venir, está bien, soy yo, tu papá… voy para allá” pero era difícil avanzar, todos los caminos eran similares. ¿Por qué alguien se dedicaría a construir un laberinto así? Había escuchado muchas historias… que ese lugar era un albergue para los habitantes de la ciudad durante la guerra… o que se trataba de una antigua guarida de brujas. No era muy bueno en la historia y lo único que le interesaba, por ahora, era dar con su hija.
Escuchó unos pasos nerviosos a través de las puertas y los siguió con la linterna solo para encontrarse con una pared de concreto. La golpeó y escuchó golpes en respuesta “Hijita, ¿puedes hablar, está bien?” pero solo le respondió un grito agobiado que lo impulsó a internarse más en el laberinto en la búsqueda. Entre el el miedo de perderse y gasto de energía la linterna se apagó, la realidad se confundía en la oscuridad y el tiempo dejó de tener sentido, a ratos creía encontrarla y ella a él, pero se desvanecía la posibilidad cuando más cercanos se sentían. ¿Quién estaría realmente perdido? Chocó con un cuerpo pequeño, ella cayó al piso y comenzó a gritar “No, no, no llores por favor, vamos a salir hijita, ahora debemos retroceder”. Pero al girar tomado de la mano de su retoño, se encontró de nuevo con la pared, el laberinto le había tendido una nueva trampa y ahora se daba cuenta de que en realidad no había salida, miró hacia cielo y pudo ver dos rostros que lo observaban con aflicción y detenimiento. Interesados en el movimiento de los ojos “La encontré, sáquenos de aquí, despiérteme, haga su magia fanfarrón” Pero las siluetas seguían mirando su cuerpo…
El hospital de paredes blancas esperaba la salida de los últimos visitantes para poder comenzar el turno de la noche. En las paredes resonó un grito de lástima, el psiquiatra negó con la cabeza mientras la esposa del paciente lloraba. “Perdimos la imagen y el sonido, señora, su esposo no pudo salir del coma, ni con la ayuda de su hija” La mujer no detuvo el llanto y se lanzó sobre el comatoso “El experimento de conexión de casi 3 años con los sueños del paciente hizo que creara una realidad alterna, era demasiado fuerte para separarlo”. Una nueva sombra se asomó y el padre en el abismo del laberinto dejó de sentir la mano de su hija, estaba solo en la obscuridad, quiso volver a la casa de paredes blancas pero no pudo encontrar la salida del intrépido y desafiante laberinto ya que todos caminos habían cambiado para internarlo a donde pertenecía en realidad: la dirección opuesta a la salida. El doctor del hospital cubrió la cara del difunto con un manto blanco mientras suspiraba “Después de todos los años que han pasado desde el accidente, quizás lo mejor que podíamos hacer era dejarlo descansar en paz, es una pena que no pudiera conocer las facetas más vivas de su hija, quizás cómo la habrá imaginado, solo escuchando su voz”.
Sin la luz de su hija, ni la de la linterna, ni la de las voces mostrándole el camino, el nuevo allegado se internó en el laberinto buscando a sus iguales, tratando de encontrar su camino hacia la luz.
He leido este cuento y me ha dejado con un sentimiento extraño, como que hay algo que tiene entre lineas, espero seguir leyendo otros cuentos en este blog y felicidades por ser una escritora tan joven....
ResponderEliminarMe acabo de terminar de leer tu libro ''Misteros y revelaciones de Allasneda'' y tengo que decir que me encanto, de verdad loame <3
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