Un grito
en la oscuridad era la única evidencia ¿Cómo se había dado una situación así?,
con el aliento congelado me preguntaba por qué no me había puesto la chaqueta
que mi mamá tanto me había insistido que trajera a Valparaíso, mis dedos
temblaban y la sombra que doblaba la esquina comenzaba a apagar el cigarrillo
ensangrentado, ese que siempre aparecía sin ningún rastro humano más que la
sangre del cadáver de cada macabra escena.
Lo
llamaban el demonio del puerto, y se comentaba que era un fantasma cuyo mayor
atributo era desaparecer, que medía dos metros, que sus ojos de iris rojos eran
lo único que se distinguía en las sombras de las esquinas menos iluminadas de
la ciudad de Valparaíso. Frente a la victoriana y deteriorada casa de empeño su
metro setenta de altura y sus ojos pardos que destacaban sobre su traje, su camisa
y su corbata de político aterrorizaban más que la leyenda que los seguía.
Estancada
en la lluvia no distinguía mis lágrimas de miedo con las gotas que el cielo
lloraba para la víctima del demonio, ¿Quién había sido el muerto?, veía una
bota negra sobresalir de la esquina y un pie esmaltado de carmesí mas
lamentablemente no podía hacer nada por la desgraciada ya que en el frío de la
noche lo que me importaba era no ser vista por la bestia, ese hombre que se
alejaba mientras tiraba la colilla hacia el cadáver. Solo deseaba que no me
hubiera visto, aunque lo que en verdad ya quería era despertar, dejar de estar
sola bajo la lluvia en el paradero de calle Brasil, mirando a mis espaldas,
buscando un teléfono, un alma, un auto que se detuviera de su ajetreada rutina
para ayudarme, pero a nadie parecía alterarle mi estado. “¿A viña?” sonó de
repente la voz del robusto conductor del bus con la puerta abierta y cara de
prisa, mi respuesta temblorosa y entre
lágrimas no lo conmovió en lo absoluto, no tenía voz ni palabras y simplemente
me senté en el fondo tratando de encontrar, ya estabilizada, el celular de mi
chaqueta en mi negación de entender que mi ésta se encontraba colgada en el
perchero de mi casa. “a Viña por favor” escuché una calmada voz al frente del
vehículo que me miraba con seriedad, nunca olvidaría esos ojos, no solo me
había visto, me había seguido y venía a matarme. Sin opciones intenté dejar de
llorar, mientras lo veía caminar hacia mí y sentarse convenientemente a mi
derecha.
-Espero
que estés lista- dijo sin voltear su mirada mientras yo intentaba captar la
atención de los demás pasajeros sin ningún resultado, no salían palabras de mi
boca -¿Ya te diste cuenta?- continuó con su escalofriante monologo al notar que
mi reacción era suficiente respuesta –Sé a que viniste a la ciudad, sé que
tienes en el bolsillo, tu sabes que te lo mereces- dijo sacando un cigarrillo
de su pantalón –tú mamá no se merece lo que le estas haciendo, dos meses para
que su desahucio este completo y tu ya has hecho todos los papeles por su
herencia y no te importa quien pierda, no dejas nada para tus hermanos, todo
para ti ¿Ya te diste cuenta?- Mi estómago se contrajo con pavor, viré la vista
hacia los cerros preguntándome cómo es que mi asesino sabía del testamento de
mi mamá y sin pensarlo me levanté a detener el vehículo mientras trataba de
gritar por ayuda y sin embargo nadie me volteó la vista, todos estaban mirando
sus relojes, sus trabajos en vela, el camino o las gotas de lluvia que caían en
las ventanas, yo era un fantasma invisible.
Me baje
como pude y corrí hacia el muelle entre las recién fabricadas riberas de
aguacero que escurrían por las calles,
pero mi verdugo era rápido y me detuvo con solo un brazo –No soy de quien
corres- dijo sin cambiar de tono su voz de ultratumba, mis ojos estaban ya
rojos por la sal de mis lágrimas y no quería más que gritar –A tu asesino ya
volverás a verlo alguna vez, ahora te vuelvo a preguntar ¿Ya te diste cuenta de
que hablo o debo señalarlo con mi cigarro?- Y con el desgarro de mi alma pude
verlo también, al virar mi vista hacia el suelo, a la acera, a mis pies, la
ausencia de una de mis botas y el carmesí protegiendo mis malformadas uñas –Sí,
ya me di cuenta- pude decir al fin y me encontraba de la nada frente a mi
verdadero asesino, de dos metros y ojos sanguinarios, nunca lo había visto en
mi vida pero se alejaba hacia los cerros mientras las chaquetas verdes corrían
tanto a mi cuerpo como en búsqueda del demonio que ya había desaparecido en las
colinas de la urbe. En mi mano, el testamento, listo para ser entregado y
manchado con la sangre de mi garganta. Detrás de mí, mi verdugo, el empleado y mensajero
de la muerte esperaba a que me resignara de la vida encendiendo un último
cigarrillo para marcar una más de las almas que había recolectado ese día –Ya
debemos irnos- dijo y todo comenzó a volverse oscuro. Por última vez miré a los
cielos y pensé lo grises que podían ser los cerros de Valparaíso cuando nadie
se detenía a ver su color.
Me gusto, lo leí y no me detuve hasta el final. Buena descripción.
ResponderEliminarAlgunos errores:
"–tu mamá no se merece lo que le estas haciendo, dos meses para que su desahucio este completo y tu ya has hecho todos los "
El "estas" es con acento "estás" y el "tu ya has hecho..." es también con acento "tú", a diferencia del primero del parrafo, éste es pronombre personal (el otro es posesivo), he ahí la diferencia.
"... Detrás de mí mi verdugo" por "... Detrás de mí, mi verdugo" la coma.
Eso, puede que parezca un spammer, pero no es así... espero más cuentos tuyos.
Es cierto que nadie es perfecto,muchas gracias por tus correcciones, está claro que no son errores de redacción sino que de acentuación y eso me halaga. Ya esta todo lísto.
EliminarMe expresé mal, ese parrafo debería quedar así:
Eliminar"–tu mamá no se merece lo que le estás haciendo, dos meses para que su desahucio este completo y tú ya has hecho todos los"
Era el otro "tu". Además corregí el "esta".
Además detecté otro.
"Sé a que viniste a la ciudad, sé que tienes en el bolsillo,"
el "Sé a qué..." con acento, solo el primero, porque es una pregunta en el texto. A diferencia del que sigue más adelante.
Eso.
No entiendo su relato, sería tan amable de explicármelo? Quien relata se ve a sí mismo muerto? el asesino y la muerte son la misma persona? Me confundí :C
ResponderEliminar¡Por supuesto! El hombre que persigue a la protagonista es la muerte o el diablo, no su asesino. Trata de juzgarla por sus crímenes en vida y hacerla entender que está muerta. Su verdadero asesino es un sanguinario hombre de dos metros que dio forma a la legenda :) ¿Se entiende?
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