Día lunes, necesitaba concretar esta entrevista lo antes
posible. Me habían hablado de ella, sabía que era una joven muy ocupada y por
lo mismo, no sabía que esperar.
"¿Aló?", me contestó sin hacerme
esperar. Sentí una voz dulce. "No sé cuándo te acomoda, yo me organizo
para cuando estés disponible", le dije intentando ser flexible para lograr
este encuentro lo antes posible. "Cuando quieras, ¿hoy puedes?" y en
menos de cinco minutos tenía que correr a la ducha para llegar a la improvisada
cita.
Sabía que escribía, sabía que trabajaba en la Federación de la
Universidad Adolfo Ibáñez y más que eso... no sabía. Mientras esperaba su
llegada (a las dos de la tarde, tal como habíamos acordado), abrí mi
computador, saqué mi libreta e hice una rápida investigación por internet sobre
ella, Sascha Hannig. Mientras navegaba por distintos portales, me di cuenta que
era más de lo que pensaba. 19 años, cuatro libros, tres de ellos publicados,
uno en camino; entrevistas, cortos y quién sabía cuánto más iba a encontrar.
Hasta que una llamada interrumpe mi búsqueda.
"¿Javi, dónde estás?", primero
levanté la mirada, luego un brazo, agite mi mano y me reconoció rápidamente. El
reloj marcaba las 14.05 horas. El encuentro fue en su universidad y al parecer
la hora escogida fue aquella en que la mayoría de los estudiantes usan para
hacer una pausa y almorzar, por lo que muchas personas parecían rodearme. Con
un par de ejemplares del diario la Estrella de Valparaíso en su mano, un
vestido verde y una amplia sonrisa me saludó. "¡Mira salí en el
diario!", me comentó sin conocerme, sin esconder su emoción. Acercó una
silla y se instaló junto a mí. De inmediato se dio una conversación sin
tapujos.